25 ene 2011

PENSANDO EN CANARIAS

Viernes, de “poteo” por el pueblo, el móvil me dice que son las 23:00:

- Bueno, yo me retiro ya-.
-¿Y eso?-.
- Mañana me levanto a las 5:30, voy al monte con unos amigos.
- ¡Tú estás loco!

Sábado, son las 6:00, mientras voy en busca del coche aparece una silueta con voz rota:

-¡Joder, pensaba que lo decías de broma….!-

Las 8:00, parking de cualquier pueblo, hoy no nos hemos perdido, el termómetro bajo cero y 8 amigos apasionados de la montaña y el atletismo que nos juntamos. Saludos, bromas y al bar, si lo hay, si encontramos una “granja” aun mejor.

Tanto los clientes como el tabernero nos miran raro, ¿será por nuestra vestimenta?, ¿será porque vamos con zapatillas, medias, pantalones cortos, mallas, camisetas de lycra, manguitos, gorras, mini-mochilas con tubos de goma…? Nos da igual, ya somos inmunes a las miradas extrañas.

Un chute de cafeína, teína o leche con canela y comienza la jornada. Ahora no hay bromas, ahora todos nos preguntamos hacia nuestros adentros que hostias hacemos aquí, los músculos no paran de quejarse y nosotros muertos de frio, eso sí, sin decirlo en alto, ante todo el honor, amanece, 8 jinetes y amazonas empiezan a cabalgar, calles vacías, solamente un grito rompe el silencio total, -¡Estamos en track!-.

Se termina el asfalto, nos introducimos en nuestro hábitat natural, rompemos a sudar y empezamos a hablar. Ya no hay confusiones en nuestras cabezas, simplemente felicidad.

Nos cruzamos con cazadores, compartimos tramos con bicicletas y saludamos a “mendizalez”. Los GPS empiezan a chirriar y nuestras zapatillas a quemar. Comenzamos a coronar montes, trazar senderos y apisonar pistas, esto último no nos gusta, pero es un trámite por el que hay que pasar, es el peaje que la TransGranCanaria nos hace pagar.

Bebida isotónica, barritas de cereales, pan de higo, geles de frutas… continúan los kms, el GPS llega al ecuador del trayecto, y el frio y el viento, cuando no la lluvia, a nosotros.

La diligencia decide parar a repostar, encontramos el lugar, un “hamaiketako” bar, donde reinan las calorías por los cuatro costados, nuevamente somos víctimas de ojos ajenos, las chicas piden, a ellas las sirven mejor, consiguen “piezas” que los machos nos encargamos de conquistar. Esta vez la canela, cafeína y teína dejan paso a la “salda beroa”.

Se acabó el recreo, ahora cuesta arrancar, pero tenemos un reto que alcanzar, que siempre hay alguien que se encarga de recordar, -¡Vamos equipo, no hay frio, no hay cansancio, no hay dolor, simplemente una misión!-

Más montes, senderos y pistas, las cuales nos llevan al punto de salida, vuelven los lugares recorridos, así como el silencio en el grupo, pero ahora no es de frio ni confusión, si no de extenuación y reflexión. Las endorfinas impregnan nuestras almas, esto es el UltraTrail; nuestra elección, nuestro estilo de vida y satisfacción.

Tras 7 horas y 50 kms nos dirigimos a las “carrozas”, donde nos socializamos, y directamente a la civilización en busca de regeneración.

¡Ahora sí!  –Camarera, unos bocatas y cerveza, por favor-. La tertulia de rigor.

¿A dónde vamos mañana?